Patrimonio

Arquitectura tradicional.

Cepeda no fue un pueblo de nobles, que vivían en Miranda, y eso ha tenido consecuencias en la manifestación de su arquitectura que es más sencilla y que no ha dejado grandes obras. No obstante podemos destacar las siguientes:

  • La Iglesia. Se inició su construcción en el siglo XVI, prolongándose en el XVII y XVIII. Aunque hay mezcla de estilos, predomina el barroco. El retablo es del siglo XVII y fue realizado por el maestro de ensamblado Ambrosio de Villalobos.
  • La Ermita del Humilladero. Situada a la entrada del pueblo alberga un altar renacentista del siglo XVI.
  • La Ermita de San Marcos. Se encuentra fuera del núcleo urbano y tuvo gran importancia en la antigüedad. Es del siglo XV y en la actualidad se encuentra en proceso de restauración.
  • La Torre. Edificio de carácter civil y religioso, fue construida en el siglo XVII. Está separada de la iglesia y desde ella se convocaba a los vecinos, a son de campana tañida, a las reuniones del concejo.
  • Hospital de peregrinos. Su construcción tuvo lugar en el siglo XVI.
  • La Casa del Solano. Bella construcción de piedra del siglo XVII. Se encuentra cerca de la Iglesia.
  • La Casa de la Inquisición. En el siglo XVII había familiares del Santo Oficio en este pueblo y quizás residieron en esta casa de piedra, aunque no se tiene constancia de la fecha en que fue erigido el actual edificio.
  • La Casa de los Judíos. Fiel testimonio de la presencia de ese grupo religioso en Cepeda. Se encuentra en ruinas pero se conserva un arco gótico del siglo XV.
  • La Casas y Calles. Son bellas, peculiares y muestran elementos que nos sorprenden a cada paso. La piedra, el adobe y la madera se funden en formas, texturas y colores creando edificios únicos.
  • Los Molinos del Coso. Están situados junto al arroyo del mismo nombre. Estos molinos harineros datan del siglo x y hay constancia de que en el siglo xviii eran, todavía, utilizados.
  • El puente del Coso. De época medieval, es puerta de entrada a un encantado bosque de robles y castaños y a viejas calzadas de piedra.
  • La Moral. Es un monumento vivo, el símbolo de la villa. Este álamo centenario y enfermo, quizás en tiempos fue una moral, es testigo de la vida de Cepeda; y casi todo lo importante tiene lugar a sus pies.
  • La corona. La antigua era se ha convertido en un mirador privilegiado desde el que se obtienen las mejores fotografías de Cepeda. En 2019 se han añadido cuatro nuevas eras dando lugar a una ruta de gran valor paisajístico.
  • El parque del Concejo. Una zona de recreo creada recientemente con el trabajo altruista de los vecinos en el lugar que ocupó la casa del Concejo «lugar donde tenemos de uso y costumbre de nos juntar y congregar a las cosas tocantes del bien público de este dicho lugar» según palabras de los cepeanos de 1640.

Además de su valor estético, hay que destacar el simbolismo que emana de los elementos que lo conforman puesto que se ha pretendido que sea un puente entre los cepeanos que ahí decidieron el futuro de la villa y los que ocupan este mismo espacio hoy en día.

Habla

El dialecto hablado en Cepeda, con gran coincidencia con los demás de la Sierra de Francia, tiene su origen en la lengua leonesa empleada en la localidad en la Edad Media, habiéndose castellanizado progresivamente con el paso del tiempo una vez que el estatus oficial del castellano y la falta de oficialidad del leonés hizo retroceder en el uso a esta última lengua, por lo que el habla que nos encontramos hoy en Cepeda ya no es leonés sino un dialecto del español con notables influencias del leonés. Algunos de sus rasgos característicos son:

  • La conversión de [s] en [h]: ¿vah a venil?
  • La sustitución de [ɾ] postnuclear por [l]: subil en vez de subir, il por ir.
  • El uso de perfectos fuertes analógicos en ciertos verbos irregulares: dijon por dijeron, tuvon por tuvieron.
  • La construcción de gerundios a partir del tema de perfecto: pusiendo por poniendo, tuviendo por teniendo.
  • El uso de artículo con los posesivos antepuestos: la mi prenda, el mi Manolo.
  • Clítico de segunda persona del plural vos: ya voh vaih (ya vos vais).

La globalización y el abandono de las tareas agrícolas están acabando con el uso de un léxico que ya solo permanece en la memoria de los ancianos. Palabras como ahoce, fusca, mijengro, pechao, tataruño, turbión, sahumerio, tolnaero… tienen ya muy escaso uso.